quarta-feira, 13 de janeiro de 2016

Opinión

Siguen en su despacho. Los que deben tomar una decisión y no lo hacen. Nos dijeron que estaban conmovidos con la imagen de Aylan. Pero han pasado cuatro meses y ni un solo gesto. Ni quiera después de que hayamos tenido noticia de un nuevo naufragio con 40 muertos, 17 de ellos niños. Como Aylan. Y frente a eso muchos nos quedamos estupefactos cuando supimos que seis bomberos españoles habían sido detenidos en Grecia por hacer lo que otros no hacen.

Manolo, uno de esos héroes cuenta que la noche en la que todo ocurrió su barco no salía porque tenían que repararlo y revisar el seguro. Estaban los seis a pie de orilla sacando a la gente de los botes. Les llamaron unos compañeros de una ONG danesa porque había un barco hundiéndose. «Fuimos hacia allá y allí fue donde aparecieron los guardacostas griegos. Nuestra lancha fue rodeada por tres barcos y nos pidieron que volviéramos a puerto». Por la mañana les dijeron que estaban acusados de tráfico de personas y posesión de armas (las navajas que llevan siempre encima para los rescates). 

Comenzó entonces una larga espera: el calabozo de la autoridad portuaria, que te traten como a un delincuente y te hagan posar como tal para la ficha policial, que te lleven esposado ante un juez. «Mi hijo de 4 años vio esa imagen en televisión», cuenta Manolo con coraje.

Cuando le pregunto por qué decidieron ir a Lesbos me habla de Aylan. Dice que él y otros dos amigos llevaban tiempo pensando qué podían hacer para echar una mano. Y cuando vieron aquel bebé varado en la orilla se pusieron manos a la obra. «Hicimos una asociación para ir más organizados y preparados. Pedimos una barca prestada y en uno de nuestros coches, que aún sigue en Grecia, enganchamos la barca y nos fuimos. Salimos el 3 de diciembre y tardamos 58 horas. De un tirón. Sin parar, solo para repostar». Fueron a la autoridad portuaria para informar de que tenían la documentación y la preparación necesaria para trabajar en rescates. «De hecho, los mismos que nos detuvieron nos pedían ayuda de vez en cuando».

By: Estíbaliz García


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